REVELACION DEL APOCALIPSIS DE SAN JUAN

6 Los siete ángeles de las siete trompetas se dispusieron a tocar. 7 Tocó el primero ... Hubo entonces pedrisco y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra: la tercera parte de la tierra quedó abrasada, la tercera parte de los árboles quedó abrasada, toda hierba verde quedó abrasada. 8 Tocó el segundo ángel ... Entonces fue arrojado al mar algo como una enorme montaña ardiendo, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9 Pereció la tercera parte de las criaturas del mar que tienen vida, y la tercera parte de las naves fue destruida. 10 Tocó el tercer ángel... Entonces cayó del cielo una estrella grande, ardiendo como una antorcha. Cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de agua. 11 La estrella se llama Ajenjo. La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y mucha gente murió por las aguas, que se habían vuelto amargas. 12 Tocó el cuarto ángel... Entonces fue herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas; quedó en sombra la tercera parte de ellos; el día perdió una tercera parte de su claridad y lo mismo la noche.

13 Y seguí viendo: Oí un águila que volaba por lo alto del cielo y decía con fuerte voz: «¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra, cuando suenen las voces que quedan de las trompetas de los tres ángeles que van a tocar!»

1 Tocó el quinto ángel... Entonces vi una estrella que había caído del cielo a la tierra. Se le dio la llave del pozo del abismo. 2 Abrió el pozo del abismo y subió del pozo una humareda como la de un horno grande, y el sol y el aire se oscurecieron con la humareda del pozo.3 De la humareda salieron langostas sobre la tierra, y se les dio un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra. 4 Se les dijo que no causaran daño a la hierba de la tierra, ni a nada verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran en la frente el sello de Dios. 5 Se les dio poder, no para matarlos, sino para atormentarlos durante cinco meses. El tormento que producen es como el del escorpión cuando pica a alguien. 6 En aquellos días, buscarán los hombres la muerte y no la encontrarán; desearán morir y la muerte huirá de ellos.

7 La apariencia de estas langostas era parecida a caballos preparados para la guerra; sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro; sus rostros eran como rostros humanos; 8 tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león; 9 tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas como el estrépito de carros de muchos caballos que corren al combate; 10 tienen colas parecidas a las de los escorpiones, con aguijones, y en sus colas, el poder de causar daño a los hombres durante cinco meses. 11 Tienen sobre sí, como rey, al ángel del abismo, llamado en hebreo «Abaddón», y en griego «Apolión».

12 El primer ¡Ay! ha pasado. Mira que detrás vienen todavía otros dos.

13 Tocó el sexto ángel... Entonces oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios; 14 y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles atados junto al gran río Éufrates.» 15 Y fueron soltados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de los hombres. 16 El número de su tropa de caballería era de doscientos millones; pude oír su número. 17 Así vi en la visión los caballos y a los que los montaban: tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre; las cabezas de los caballos como cabezas de león y de sus bocas salía fuego y humo y azufre. 18 Y fue exterminada la tercera parte de los hombres por estas tres plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de sus bocas. 19 Porque el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas causan daño. 20 Pero los demás hombres, los no exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos; no dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni caminar.21 No se convirtieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías ni de sus fornicaciones ni de sus rapiñas.